Los síntomas de la depresión pueden ser muy variados, teniendo que diferenciar entre síntomas depresivos y estar triste. Los síntomas se convierten en problemáticos cuando aparecen muchas veces, son muy intensos e interfieren en tu vida.
La tristeza es una emoción natural que todos podemos sentir a lo largo del día o de la semana, pudiéndonos sentir “de bajón” o “depre”. La tristeza que podemos sentir en nuestro día a día suele aparecer ante cualquier pérdida, como un fallecimiento, distanciamiento de amistades o familiares, dejar una etapa de la vida atrás, no alcanzar una expectativa, etc. Esta tristeza dura más o menos (la tristeza a raíz de un fallecimiento lo natural es que dure meses) pero con el tiempo se va reduciendo y haciendo su proceso.
Los síntomas de la depresión son más persistentes en el tiempo, generando un malestar mucho mayor a las personas y pudiendo ser observado por otros. Es una tristeza más intensa y duradera.
El primer síntoma a tener en cuenta en la depresión es que la persona tiene un estado de ánimo triste gran parte del día, durante la mayoría de los días. Es posible que algún momento pueda estar mejor (o incluso bien), pero esta mejoría suele ser momentánea. A veces, la persona ni se da cuenta de que ha estado mejor, no lo recuerda o le quita importancia.
Cuando se sufre depresión también está alterada la capacidad de recordar cosas que fueron agradables o que son agradables de recordar y hay mayor facilidad para recordar dificultades o recuerdos tristes. El motivo puede ser muy diverso, siendo los más frecuentes la poca energía que se tiene y el rechazo a pensar en “esas cosas tan lejanas”.
La poca energía es otro síntoma de la depresión, la persona está cansada constantemente, sin tener ganas de nada. Siente que todo le parece lo mismo y nada le servirá para nada. Cuando se le pregunta porque no vuelve a hacer aquello que te gustaba, las respuestas suelen ser “es que no me apetece nada” o “¿para qué?”. Si la depresión también viene acompañada de ansiedad, aquí la podríamos ver con diferentes autoexigencias, donde la persona hace las obligaciones que tiene que hacer, pero se va descuidando a sí mismo/a y no hace nada para ella.
El cansancio y la fatiga son mentales, pero también físicas. La persona se fatiga más, siente que tiene menos energía, puede realizar menos esfuerzos físicos. Además, persiste en el tiempo. Aunque un día pueda pasarlo pasar bien y no tenga los síntomas tan presentes, puede que al siguiente día vuelvan a aparecer. Y es posible que en ese siguiente día se haya alterado el recuerdo de ayer, sintiendo que “ya pasó”, que fue “un día excepcional” o que “no cambia nada”.
El recluirse en sí mismo/a es otro síntoma característico. La tristeza permite a la persona parar y pensar sobre la propia pérdida para poder asimilarla y establecer otras metas más adecuadas. En la depresión, en cambio, este “parar y pensar” es mucho más intenso, sin parar de dar vueltas a las cosas que se hicieron, pensando en los “y si” hubiera hecho eso o aquello, sin encontrar ninguna solución. Tampoco se encuentra ninguna solución en torno al futuro. Uno ve el pasado negro, el futuro negro y a uno mismo como incapaz de nada. Todos estos pensamientos suelen provocar bastante angustia, problemas existenciales e impotencia y, poco a poco, la persona se va recluyendo en su mundo, el mundo real no vale la pena, no vale nada.
Todos estos pensamientos, junto con el malestar que siente, suelen provocar problemas para dormir. Este problema suele ser por exceso o por defecto, pudiendo aparecer ambos e ir alternando. Por un lado, ante el cansancio, la apatía y la impotencia, la persona puede tener hipersomnia y dormir más horas de las que necesita y, aun así, seguir teniendo sueño. Por otro lado, no se siente la sensación de sueño, dándole muchas vueltas a las cosas, teniendo pesadillas, o despertándose por la noche. Cuando hay este insomnio, el momento de dormir puede ser muy pesado y angustioso. Es duro pensar “no puedo dormir”, “ni eso puedo hacer”, sintiéndose atrapado en un ciclo en el que no se sabe salir.
Otro síntoma depresivo muy común es el rechazo hacia la gente. El sentir que la gente agobia, que los ruidos son muy fuertes y lo único que quiere la persona es silencio y quedarse solo. Este agobio hacia la gente es diferente al que podría sentir una persona con fobia social o agorafobia, ya que no hay un miedo a que te juzguen o te critiquen o a no poder escapar de la situación, hay un malestar al estar con gente. Esta incomodidad se relaciona con el cansancio físico y la fatiga mental de la persona, ya que, al tener poca energía, no tener ganas de hacer nada y sentir que el mundo es negro, aparecen otra vez las ganas de recluirse.
El hambre suele verse alterada. Algunas personas adelgazan porque no tienen ganas ni ánimo de comer, el comer suele resultar indiferente, sin notar las sensaciones de hambre. Otras personas comen sin hambre ni ganas, comen lo primero que encuentran, sea saludable o no, sintiendo la sensación de indiferencia ante lo que comen. Por ello, el peso puede verse afectado.
Toda esta indiferencia ante la vida, el futuro y el pasado, la ausencia de ganas por hacer cosas, la tristeza (casi) continua, la fatiga y cansancio vital suelen ir acompañados de ideas recurrentes de muerte. Estas ideas suelen ser muy angustiosas para la persona (si no es así, consulta rápido a un profesional de la salud mental), que pasa horas pensando sobre el sentido de su existencia, la utilidad de la vida y lo liberador que podría ser la muerte. Con una sintomatología como esta, estas ideas autolíticas son habituales, teniendo que ser evaluadas para poder abordarlas de forma personalizada.
Los síntomas de la depresión son muy diversos, mostrando un estado de tristeza la mayor parte del día, la mayoría de los días, la persona no tiene ganas de casi nada, siente menos energía y más fatiga, problemas para dormir, pensamientos existenciales, la necesidad de estar solo e indiferencia hacía todos. No hace falta que se sientan todos estos síntomas para parecer depresión, pero si se siente alguno de ellos, ya sería recomendable pedir consulta a un profesional de la salud mental para que se puedan mitigar e ir reduciendo progresivamente.
Cuando una persona con síntomas depresivos acude a la consulta de los profesionales, suele no tener ilusión ni ganas y suele pensar que no valdrá para nada. El trabajo terapéutico se basa en ir desarrollando una mayor comprensión de lo que nos pasa, cuestionar los absolutismos y buscar formas más adaptativas para poder reducir y gestionar dichos síntomas.