Es fundamental. Sin él, este proceso es imposible. Se necesita confianza mutua y un buen trabajo en equipo.
Comprenderemos juntos tus vivencias y experiencias para poder entender de qué contexto vienes y cómo estas experiencias han modulado tu manera de afrontar las cosas actualmente.
Comenzamos a trabajar los problemas actuales para que adquieras nuevas herramientas que te ayuden con tu día a día y comiences a sentirte mejor.
Tras tratar los problemas actuales nos plantearemos si el problema actual y tu manera de llevarlo tienen conexión con tus experiencias anteriores para valorar cambiar a nivel profundo y duradero tus patrones de afrontamiento y aprender a gestionar tus emociones de manera eficaz.
Un paso que estará siempre en la terapia es permitir que el paciente sea autosuficiente y que los beneficios de la terapia sean duraderos a largo plazo. Esto permite prevenir recaídas futuras, algo que considero muy importante en mi trabajo y que reporta en beneficios al paciente dado que se evita volver a consulta poco tiempo después con problemas similares.
Una sensación constante de estar alerta o en peligro, de que algo malo va a pasar. La ansiedad hace que le demos vueltas a la cabeza, nos agobiemos, nos cueste dormir, que estemos más irritables o que evitemos ciertas situaciones, entre muchas otras cosas.
Estar triste de una forma constante, sin que nada te haga ilusión. Como una apatía constante, no te apetece nada ni ver a nadie. Muchas veces podemos sentir que la gente nos molesta y que querríamos volver a casa para estar tranquilos.
Una enfermedad que cursa con un dolor constante, una fatiga elevada, problemas para dormir, problemas de memoria y atención. La enfermedad invisible e incomprendida. Los demás te dicen «te veo con buena cara» sin saber cómo estás realmente.
Tener problemas con la comida es tener problemas cada día a la hora de comer. Nuestra relación con la comida se vuelve de odio. Nos hace engordar, por lo que empezamos a comer menos y a controlar lo que comemos, a veces hasta haciendo atracones.
A veces tenemos vivencias de las que, aunque haya pasado mucho tiempo, siguen viniéndonos recuerdos. Algunas veces nos convencemos de que hace tiempo que vivimos aquello, pero nos sentimos en un ciclo, siempre el mismo.
Los problemas de inatención, hiperactividad e impulsividad aparecen en la infancia y muchas veces siguen en la adultez. Los adultos suelen tener problemas en la organización de tareas, en la puntualidad, en el trabajo o en las tareas de casa.
La terapia EMDR me aporta una visión global de la persona, entendiendo el por qué la persona vive las cosas de una manera determinada, puesto que desde experiencias anteriores se forman los patrones de afrontamiento actuales que nos dañan en la actualidad. Además, me permite trabajar a nivel profundo y duradero la problemática del paciente.
Incluye también una mejora de la gestión emocional, técnicas de autocuidado y la autocomprensión de la manera de actuar de la persona. Es especialmente eficaz para trabajar sucesos traumáticos que nos han dejado secuelas que provocan aún hoy en día malestar, también es muy eficaz para mejorar la sintomatología ansioso-depresiva, para tratar duelos y para tratar trastornos de estrés postraumático entre otras muchas aplicaciones.
La terapia cognitivo conductual es un tratamiento psicológico que ayuda a cuestionar los pensamientos y comportamientos desadaptativos. Me ayuda al inicio de la terapia para aportar al paciente las herramientas para poder abordar temas específicos como la ansiedad, la depresión y el insomnio, entre otros.
Terapia similar a la anterior, donde para trabajar el malestar se da más énfasis a las emociones y a las exigencias que nos ponemos (los “debería”).
Es una terapia basada en los sistemas (familiares, sociales o personales), entendiendo todos los integrantes de un grupo como mucho más que la suma de sus partes. Considera que al influir en una de las personas, influiremos en todo el sistema.
Es una técnica que utilizo para trabajar aspectos muy específicos como dejar de fumar (tabaco u otras sustancias) y/o la sensación que a veces podemos tener de que nos autoboicoteamos a nosotros mismos.